San Acisclo es el primer mártir de la historia de la ciudad de Córdoba, junto a su hermana Victoria, aunque no está clara la existencia de esta misma, ya que no es recogida en diferentes fuentes. Ambos son los Patrones de Córdoba, junto con la Virgen de la Fuensanta, copatrona de la ciudad. Fueron mártires de la primera persecución que afectó a la ciudad de Córdoba, bajo el dominio del emperador Septimio Severo y Dión como pretor, quién por decreto del 202, ordenó la muerte de los seguidores cristianos.
Fue el 17 de noviembre de 313,
según el acta que se conserva en la biblioteca del Convento de San Juan
de los Reyes en Toledo, aunque existen algunos autores que suponen que
pudieron ser los años 204, 229 o 311; cuando San Acisclo fue degollado a las orillas del río, mientras que Santa Victoria fue asaetada en el Anfiteatro romano.
Dice la tradición que Minciana,
ciudadana romana, recogió el cadáver de Victoria y lo llevó junto al de
su hermano, al lugar en que éste fue martirizado, construyendo una
Basílica y un Monasterio al que llamaron de los Santos Mártires, desaparecido.
Hoy día, en la Basílica de San Pedro reside la Urna donde se encuentran
los restos de los Santos Mártires Cordobeses, una Urna de plata que se
encuentra en la Capilla Sacramental de la Basílica y que es venerada por
cientos de cordobeses a los largo del año.
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